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06-06-12 LA LINEA DE LA CONCEPCION - GIBRALTAR

 LA LINEA DE LA CONCEPCION-GIBRALTAR

Hacia mas de ocho años que no venia a La Línea y el lugar ya no estaba como lo recordaba. La construcción del puerto de La Alcaidesa había modificado, y mucho el rincón previsto para fondear, aun así, el lugar de fondeo era inmenso y guardado de cualquier mar por el antiguo rompeolas. Después de varias vueltas el ancla toco arena.


Era tal el agotamiento que teníamos que no quisimos ni bajar a tierra, decidimos quedarnos a bordo, ducharnos, descansar y esperar a mañana, no era plan dejar que mis padres viesen tal estado de cansancio. Después de ducharnos y sentado en la cubierta, miraba el peñón recordando cuantas veces lo había visto desde la playa. Desde muy joven siempre me llamo la atención aquellos veleros allí fondeados, de alguna manera siempre tuve este sueño y ahora se estaba cumpliendo, aquel comienzo de nuestra nueva vida no dejaba de recompensarme.
A la mañana siguiente ya recuperados y con la intencion de ir a casa de mis padres, bajamos las bicis al bote, despues de informarnos en el puerto de La Alcaidesa, aconsejandonos dejarlo en el Club Marítimo Linense, hacerlo en la playa era apostar a quedarte sin él.  Lo conflictivo del lugar por el contrabando, unido a la delincuencia aconsejaba no arriesgar y pagar los 5 euros que costaba aquel servicio de parking vigilado, que incluía conexión wifi y acceso al restaurante con precio de socio, detalles a tener en cuenta.


La sorpresa fue, cuando al salir a la calle, mi padre, sentado en un banco esperaba nuestra llegada, su sonrisa lo decía todo, yo apenas podía decir nada. Tras presentar le a Nuria, nos dirigimos por las intrincadas callejuelas linenses a casa. Mi madre, como siempre, me regaño por los pelos y después de alagar la belleza de mi guapísima amor y compañera, nos invito a pasar y deleitarnos con su comida. Para no abusar de la pasión de hijo, no hago comentarios sobre su cocina, bueno solo uno, exquisitísima.
La vida esta llena de sentimientos y en aquel momento resulto muy difícil contener la avalancha que me venia encima, las sonrisas salían del corazón y una vez mas me sentía mas que afortunado.





Llevábamos mas de un mes fondeados, y el viento no había cesado de soplar, siempre en los 20 nudos. Si bien el fondeo era cómodo y apenas teníamos movimientos, la poca costumbre de estar tan ventilados se hacia incomodo. A Nuria algo mas que insoportable.
Para el trayecto a tierra con el bote auxiliar era indispensable el uso del motor. Un dia que no quiso arrancar nos convertimos en improvisados náufragos, a merced de la corriente provocada por el fuerte viento, el esfuerzo de remar se convertía en un mero ejercicio extenuante e inútil. Suerte de una lancha que tras ver nuestra delicada situación se ofrecieron a largarnos un cabo y remolcarnos hasta el Golden, a partir de aquel día el fueraborda quedo superevisado.
A Nuria se le hacia cuesta arriba aquella situación, su cambio de vida había sido tan radical en tan breve espacio de tiempo, que empezó a notar las carencias de vivir a quinientos metros de tierra firme, nuestra relación había cambiado. Tanto ella como yo habíamos entrado en una extraña fase, después de varias charlas llegamos a la conclusión que cada uno estaba asimilando aquella nueva forma de vivir y sus carencias. Para ella, las comodidades de una casa, la falta de amigas, su independencia para pasear con el chiqui, el lugar que tampoco le acababa de agradar, sus miedos por la seguridad, eran demasiados detalles para estar cómoda.
Por mi parte, la convicción de querer llevar aquella vida podía con todas las carencias, solo el animo de ella me hacia sentir culpable y crearme alguna inseguridad que otra.
Despues de varias semanas sin navegar quedamos con mi primo y su mujer para salir, la mañana se presento tranquila, extrañamente era la unica que los vientos reinantes habian calmado, despues de recorrer la bahia a motor, salimos al estrecho, la intencion era comer, pescar y bañarnos, pero el poniente calculo exactamente el tiempo que tardamos en alejarnos del resguardo de la bahia para comenzar a soplar, pescar nada de nada, bañarnos menos y comer a duras penas, con 25 nudos todo a bordo se acelero, mis primos mareados, y yo enojado por haber cometido la imprudencia de abandonar la bahia y adentrarme en estas imprevisibles aguas, tras una ceñida brutal, y con los mercantes de rigor fondeados en nuestro camino, para hacerlo mas entretenido, logramos ganar el barlovento para entrar de nuevo en la bahia, habiamos cambiado un precioso dia de recreo, por una lucha contra las olas y el viento.
Vaya forma de mostrar lo bonito de la navegacion, nos quedo un mal sabor por aquella experiencia tan dura que les hicimos pasar.
 Nuestros amigos Fede y May propietarios de un precioso Nordwind de 47 pies,  nos avisaron de su viaje a Cadiz para investigar posibles puertos para atracar La Bruja,  su velero.
Acordando con ellos vernos, preparamos el Golden y después de ojear los partes metereológicos pusimos rumbo a Cadiz. Era la primera vez que cruzaríamos el temido estrecho de Gibraltar, desde que habíamos llegado a La Linea esta seria la primera navegación, los nervios volvían a ocupar nuestros cuerpos.
La previsión de levante parecía ser buena, con todas las velas navegábamos por aquel espectacular lugar, a estribor la costa gaditana (continente europeo) y por babor la costa marroquí,(continente africano) cual inmenso río, observabamos las corrientes chocan entre si, nosotros perplejos y muy atentos a ver el efecto que producía en nuestra navegación, comprobando que aquellos extraños rociones, fruto del encuentro entre las aguas que vienen del oceano y las que salen del Mediterraneo apenas influian en el Golden. 


Después de pasar el faro de Trafalgar el levante dejo de empujarnos, diesel al motor y con una corriente en contra de 2 nudos, nuestra velocidad apenas llegaba a los 4 nudos, la llegada a puerto America en Cadiz seria nocturna, el pequeño plotter y la suerte de tener la carta digital de la zona facilitaría la entrada. Lejos de ser fácil, aquella aproximación se convirtió en una estresante lucha por ver las luces de las balizas que indican el extenso canal de entrada, cuando menos lo esperábamos casi nos comemos una verde que media casi seis metros de altura, el horizonte de la costa iluminado nos confundía y por poco no la abordamos. Aquellas inmensas boyas no estaban hechas para que un velerito intentara acariciarlas.
Después de algún que otro sobresalto y tras casi 12 horas de navegación, encontramos la "entradita" al puerto deportivo, situado dentro del inmenso puerto comercial, el amarre sin problemas y una vez mas a descansar de tanto estrés nocturno.
A la mañana siguiente y tras recorrer las hermosas murallas de Cadiz, pudimos comprobar lo complicado de navegar por aquella bahía llena de bajos y rocas, creo que fue otro día para jugar a la lotería.
Nuestras llegadas a las ciudades ya se habían convertido en costumbre y aquí no iba a ser menos, acabamos en medio del casco antiguo sentados en una terraza y degustando el “cazón adobao”, un manjar que acompañado por las inevitables cañitas heladas conseguían que nuestros paseos tuvieran un aliciente extra.
Fede y May llegaron en coche de alquiler, una vez informados de los precios en puerto America, fuimos al Puerto de Santa Maria, población al otro lado de la bahía. Allí aparte de pedir mas información en el club y puerto Sherry, degustamos como no unas tapitas, comentamos nuestra navegación, la preparación de La Bruja, y como llevábamos nuestra nueva vida. Ellos, a menos de tres meses de iniciar también el cambio, mostraban sus ganas por comenzar. Su proyecto se adelantaba y su primera idea de pasar el invierno en Sevilla, atracados en un club del Guadalquivir, la empezaban a cambiar por la de venirse a Canarias con nosotros, toda una noticia que nos alegro.

La corta visita no daba para mucho mas, una vuelta por el casco antiguo de Cadiz, donde la grúa se llevo el coche, fue la única nota negativa. Pasamos tres días en Cadiz disfrutando de su clima, calles y bares con nuestros amigos, “que valor adquiere todo cuando lo puedes compartir”. Esperábamos a septiembre donde nos volveríamos a encontrar en Gibraltar.


Tras su marcha, el riguroso vistazo al parte de la meteo, el poniente (viento del W) dice que nos llevara de vuelta. Dejamos la bahía y enfilamos al estrecho el poniente esta en 15 nudos y ayudamos con 1000 vueltas de motor, poco a poco vamos entrando al estrecho y el poniente va adquiriendo intensidad, sin darnos cuenta estamos con 20 nudos y el Golden alcanza los 11 nudos, quedamos alucinados de cómo la corriente te puede llegar a empujar, tanto que nos descuidamos y acabamos cruzando el canal destinado a los mercantes, despues de varios intento de salir, nos la jugamos con un Grimaldi Lines que anduvo justito en el cruce, creo que le vimos el bigote al capitan, oimos una bocina y no supimos si nos saludaban o nos mandaban a freir esparragos, bromas aparte aquella fue una delicada situacion.


La vuelta la hacemos en apenas nueve horas, llegamos con luz diurna, esta travesía de 75 millas creo que sera de las mas rápidas que lograremos hacer.

De vuelta en el fondeo de La Linea retomamos el tema de atracar en puerto,  creemos que es la solución a nuestros dilemas. Después de preguntar en La Alcaidesa y comprobar sus precios, algo caro para nuestra débil economía, pues el amarre superaba los 750 euros y el consumo de agua y electricidad aparte.
Cuando mas cruda estaba la situación por la disconformidad y desanimo de mi amor, los empleados del CML, con un trato siempre extraordinario, nos comentaron la posibilidad de poder atracar en los pantalanes del club. Tras varios días de conversaciones, el comodoro nos comunico el coste del amarre con consumos incluidos, precio que nos parecio muy razonable, decidiendo amarrar. Agradecemos todas las atenciones y amabilidad de todo el equipo del CLUB MATIRIMO LINENSE.
Esto significaba recobrar la comodidad y acabar con aquella situación que comenzaba a ser insostenible.


Nuria recobro su alicaído animo, olvidando la mayoría de aquellas carencias que tanto la afectaron, nuestra convivencia recupero los colores y por las escotillas del Golden volvían a salir corazoncitos atravesados por flechas.
La llegada de sus padres significo una alegría mas a sumar, al viajar en autocaravana y estar aparcados a muy corta distancia del Golden la convivencia con ellos se hacia fácil y entrañable.


El delicado tema por la decisión de Nuria de este radical cambio de vida, lo fuimos abordando despacio, dada la conocida animadversion de sus padres, intentamos hacerles comprender que aquella peculiar manera de vivir no era tan loca, Trinidad la madre, de espíritu extremadamente jovial, en seguida se paso a nuestro bando, a Miguel hombre instalado en una posición mas conservadora le costaba mas entender aquella decisión,  aun así aquellas charlas fueron enriquecedoras para ambas partes.
Superada la tensión de los primeros momentos, juntos nos dedicamos a disfrutar de aquellos días, bien saboreando las tapas de pescadito o haciendo turismo por las calles de Gibraltar. La afición por la pesca de Miguel nos brindo algunos ratos inolvidables, (en Pamplona solo hay ríos). Había que verlo enfrascado con su ímpetu por sacar alguna pieza, hasta que lo logro, no hay documento gráfico pero damos fe de ello.

Gracias papis por seguirnos en esta aventura, no dejeís de hacerlo

Después de la sentimental marcha de los padres de Nuria, retomamos nuestra rutina, los recorridos en bici por el inmenso paseo marítimo, los desayunos con churros, el vermut en los bares que mi padre frecuentaba y  las comidas al mediodía que mi madre preparaba con ese amor que todos los hijos conocen.

durante 15 dias estos pajaritos nos despertaron a las 8 am

Las transparentes aguas de la bahía de Algeciras invitaban a sumergirse en ellas y disfrutar de sus fondos, solo la baja temperatura de las mismas, por debajo de los 20º, nos hacían desistir de tal afición. Aprovechando que en Algeciras hay un gran almacén de deportes náuticos, decidimos ir a comprarnos unos sencillos trajes de neopreno y los respectivos equipos de snorkel.
El transporte tuvimos que hacerlo en autobús, Nuria cayo en la cuenta que su queridísimo auto ya no lo echaba de menos y comentamos la gran adaptación que representaba ese pequeño detalle a este todavia neofito transmundismo nuestro. De vuelta con los nuevos juguetes, la ganas de meternos al agua eran tales, que nada mas llegar del acalorado viaje nos pusimos los trajes, y "al agua patos," ahora si que es posible, aunque los trajes son de surf, (3mm.) permitían estar sumergidos sin estar con un pasmo en el cuerpo. A pesar de la poca vida existente en aquellos fondos arrasados, pudimos disfrutar de otra actividad que no fuese pasear en bici.


Nos habíamos acomodado a aquellas rutinas sencillas, y nuestras ansiedades de recién llegados habían desaparecido, comenzábamos a saber pasar el tiempo plácidamente sin mas, cosa no sencilla para alguien que anduvo a las carreras media vida.
Cada semana entrábamos a Gibraltar a comprar tabaco, pues la diferencia con España es importante, ( un winston, 1.8 euros), la aduana y alrededores es todo un espectáculo. Hay cientos de personas intentando hacer contrabando en mínimas cantidades, diez cajetillas por individuo. Llama la atención la cantidad de rumanos que llega haber, la guardia civil consciente de la necesidades de todas estas gentes,(pareciera que se conocen de toda la vida), es mas o menos permisiva y si no ve abusos importantes los deja pasar. Nosotros nunca tuvimos un registro y fumar me resulto mas barato. Estuvimos pensando de hacer ese mini contrabando, pues 10 cajetillas daban una ganancia de cinco euros, dicen que la necesidad abre el ingenio, la nuestra no fue lo suficientemente importante.

La parte triste de nuestra estancia en La Linea, fue la enfermedad de mi tío Enrique, de la que no logro salir.
Hermano de mi madre y muy querido por toda la familia dejo un gran hueco, siempre lo recordare como el tío que me aficiono a la lectura, sus maquetas de barcos siempre me dejaron boquiabierto, despertando en mi el gusto por los trabajos manuales, desde aquí quiero dejar este recuerdo para El.
Sus cenizas las arrojamos en medio del estrecho por voluntad expresa, un momento mas que emotivo, del cual, si lo puedo llamar de alguna manera, me sentí afortunado al poder hacerlo desde el Golden, acompañado de mi familia

De Barcelona me fui con una pequeña molestia en el hombro derecho, que se había convertido en un fuerte dolor, dejándome el brazo casi inmovilizado para muchos movimientos. Esto me hizo reflexionar sobre la decisión de vivir en un velero y navegar, lejos de acobardarme, mi planteamiento fue el siguiente, si a esta edad andaba con estas molestias, ¿que seria de mi dentro de diez años?, este sencillo pensamiento acababa por convencerme de lo acertado de mi decisión. Comencé a bañarme e intentar nadar en aquellas heladas aguas con resultados mínimos pero esperanzadores.


Llevábamos casi dos meses desde que dejamos Port Ginesta y la sensación que teníamos era que hacia años que vivíamos así. El tiempo se había convertido en algo tan relativo que apenas si contábamos con el. Solo el horario de las comidas nos obligaba a guardar un orden. Éramos amos y señores de todos los minutos, si bien no podíamos permitirnos ninguna clase de lujos, ya nos conocíamos los barecitos mas económicos y teníamos nuestra pequeña agenda de tapas, este era el único extra y bien considerado lo teníamos.
La suerte de habernos conocido nos hacia brindar día si y día también, era un hecho que manteníamos constantemente, sentirnos agradecidos con la vida y con nosotros mismos.



Llevábamos desde el viaje a Cadiz sin salir a navegar y decidimos darnos una excursión hasta Ceuta, esta vez cruzaríamos el estrecho a lo ancho, con el omnipresente poniente de 20 nudos salimos de la bahía y en apenas dos horas y media habíamos recorrido las quince millas que mide el estrecho en ese punto. El Golden no dejaba de sorprendernos con aquellas velocidades, y esta vez había sido de través, una gozada de navegación.
En Ceuta amarramos en el puerto deportivo, pequeño pero muy al resguardo de los mares del estrecho, nada mas sentarnos en la primera terraza ya nos estaban vendiendo todo tipo de objetos y mercancías, desde gafas, carteras, relojes, hasta hachis nos ofreció un marroquí que vendería hasta la madre si hubiera hecho falta. En menos de media hora y por 20 euros habíamos comprado un reloj, una cartera y un collar, me pillaron por sorpresa y bueno un día es un día.
Si teneis que beber rioja, aquí una buena marca
Mi super capi
Recorrimos la ciudad, y fuimos a ver el lado este, la ensenada de la Almadraba se mostraba como un buen fondeo para el riguroso poniente, nosotros por dos días decidimos no arriesgarnos y entrar a puerto.


aqui mi sirena

Ceuta  puede presumir de tener ese aire tan mediterráneo con una mezcla entre europea y árabe. Sus calles repletas de comercios y gentes parecen no tener descanso para comprar y vender, como puerto franco ha perdido el volumen de antaño pero aun conserva un gran trafico de mercancías a buenos precios, el gasoil y el tabaco están mejor que en Gibraltar.
Pasamos dos días y de vuelta a nuestro rincón. La travesía de vuelta fue al igual que la ida, fugaz, el poniente parecía copiado de un día a otro, esta vez un poco mas fuerte con rachas de 25 nudos, hicimos puntas de casi 9, parecía que habíamos cambiado de barco, seguíamos sorprendidos de las medias que marcaba el gps. Sin ningún contratiempo amarramos en el CML., después de dos horas y media de una muy divertida navegación.

En nuestras mentes la idea del viaje a Portugal comenzaba a formar gran parte del pensamiento mutuo, y ante la inminente llegada del Jemanya comenzábamos a hacer algunos preparativos, sin prisas pero sin pausas.